¿Por qué las ciudades no tienen molinos?

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PlantaUna de esas imágenes icónicas que nos ha legado Hollywood es la de los molinos de viento del medio oeste norteamericano. Elevados como altísimos espantapájaros en llanuras de horizontes lejanos, los hemos podido ver lucir sus aspas polvorientas en películas como El poder del perro. Nacieron a mediados del siglo XIX para extraer agua del subsuelo en las ubicaciones más aisladas y eran un prodigio mecánico que respondía a la fuerza y la dirección del viento sin la ayuda de personas. Hoy, los molinos se han hecho adultos estilizados y monumentales, han cambiado de nombre (se llaman aerogeneradores) pero siguen teniendo predilección por los enclaves despoblados.   

Así como vemos crecer el reflejo de las placas solares en los tejados de una ciudad como Madrid, gracias a soluciones comunitarias como Repsol Solmatch, ni la capital ni ninguna otra urbe parece tener razón económica alguna para instalar aerogeneradores en sus inmediaciones. “El principal desafío es primero el coste del suelo y segundo, las restricciones tanto de ruido como de distancia que tiene que haber a los núcleos urbanos, con lo cual eso limita mucho y hace que, aunque haya recurso y demanda, otras zonas sean más atractivas para el desarrollo de estos parques”, explica Paz García, directora de Gestión de Energía de Repsol.  

Aunque en las ciudades pueda haber recurso y demanda, otras zonas son más atractivas para el desarrollo de parques eólicos

 

De hecho, los tres proyectos eólicos que actualmente explota y desarrolla la compañía en España se encuentran todos en áreas menos pobladas “entre” ciudades: Delta, con 89 turbinas y una capacidad de producción de 335 megavatios, se ubica entre Zaragoza y Teruel y ya está operativo. Su hermano Delta 2 (860 MW), entre éstas y Huesca, y el más pequeño, Pi (175 MW), entre Palencia y Valladolid; ambos aún en desarrollo.   

El primero de ellos inauguró además un modelo de crecimiento de Repsol en renovables, con la entrada de Pontegadea, presidida por Amancio Ortega, como socio minoritario (con una participación del 49%) por 245 millones de euros. “Nos permite rotar los activos para potenciar la inversión y avanzar en el cumplimiento de nuestros objetivos de descarbonización”, señala Paz García, con el horizonte de ser una compañía cero emisiones netas en 2050.  

La energía eólica ha sido utilizada desde hace miles de años para impulsar, por ejemplo, los primeros barcos de vela. Hoy es una tecnología madura de la que se prevé todavía un gran crecimiento para abastecer de energía a nuestras ciudades y a la industria. Solamente en España, se estima que necesitamos unos 23 gigavatios adicionales de capacidad eólica, para alcanzar los objetivos de 50GW previstos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030. A nivel europeo, la necesidad es aún mayor, de unos 450 GW a sumar a los 236 GW ya existentes. Los clientes de Repsol ya pueden elegir que su energía sea de origen eólico o solar. Y grandes multinacionales como Microsoft o Amazon han confiado en la compañía multienergética española para obtener su suministro eléctrico 100% renovable.

 

 

Así que “tecnología madura sí, pero también se han visto avances tecnológicos sobre todo en lo que se refiere a la altura de los aerogeneradores y los diámetros de las palas, lo que permite mejorar la capacidad de producción de los aeros [así los llaman los profesionales del sector]”, apunta Paz García. “Además, ha habido un aumento significativo del número de señales que se pueden analizar que provienen de cada uno de los aeros, lo que nos permite a la vez, y esto tiene mucho que ver con la digitalización, hacer un mantenimiento preventivo cada vez mejor.   

En el conjunto de energías renovables de REPSOL, la eólica ocupa el segundo lugar en cuanto a capacidad de generación, entre la hidráulica y la solar. Y seguirá siendo un vector importante en la producción de hidrógeno renovable y los combustibles sintéticos, subraya Paz García: “Todos estos usos derivados requieren de un suministro de energía renovable, y la eólica, que tiene una muy buena complementariedad, puede cubrir con su producción las horas en las que no haya solar”.   

En España necesitamos unos 23 gigavatios adicionales de capacidad eólica, para alcanzar los objetivos de 50 GW

 

En este sentido, la experta avanza un futuro en el que los parques de energía renovable serán hibridaciones de eólica y fotovoltaica. “La combinación de esas dos tecnologías es muy interesante, sobre todo en emplazamientos que tengan una mayor carga de producción a primeras horas de eólica diurna, lo que te permite un mejor uso de las interconexiones y tener una producción renovable más constante”, concluye.