Bosques para disfrutar en otoño
Hayedos, bosques de castaños y arboledas de hoja caducifolia son algunos de los parajes que confieren al otoño una magia especial. Cálzate tus botas más cómodas y déjate embriagar por el aroma a tierra húmeda que estos días predomina en los bosques cubiertos de hojas caídas.
No es preciso buscar los bosques más conocidos ni los más protegidos. Estos últimos suelen presentar problemas en su acceso y recorrido. A la mayoría de los elegidos en esta ocasión se puede acceder muy fácilmente, están casi al pie del aparcamiento. En algunos casos tienen centros de interpretación, cuya visita es muy aconsejable. Y todos cuentan con senderos aptos para todos los públicos.
Fragas do Eume (Pontedeume, A Coruña):
Es uno de los bosques atlánticos de ribera mejor conservados de Europa. A orillas del río crece un espectacular bosque de galería con chopos, fresnos, alisos y carballos. En su centro, el monasterio de Caaveiro, el lugar mágico de su foresta.
Castañares de las Médulas (Ponferrada, León):
Aunque este paraje es conocido sobre todo por los restos que dejaron las explotaciones de oro de los antiguos romanos, aquí hay un maravilloso bosque de castaños, con ejemplares varias veces centenarios. A la búsqueda de castañas debe unirse la visita a una vieja y profunda galería excavada en la montaña.
Hayedos de Liébana (Cantabria):
En el acceso por Potes al Parque Nacional de Picos de Europa, el valle de Liébana esconde bosques ancestrales a los pies de las paredes calizas. Rodean lugares como el monasterio de Santo Toribio de Liébana y son recorridos por caminos más sencillos que los que llevan a sus cumbres.
Santuario de Urkiola (Euskadi):
Los hayedos que rodean este lugar tienen muy fácil acceso. Encontraremos cruceros, viejas calzadas e incluso una piedra de virtudes mágicas. En el Centro de Interpretación situado junto al santuario ofrecen detallada información de su naturaleza y los paseos por sus alrededores.
Señorío de Bertiz (Oronoz/Mugaire, Navarra):
Declarado Parque Natural, esta antigua propiedad privada es una apuesta segura que permite agradables paseos por un bosque maduro. Los abundantes regatos y nieblas añaden un plus a la magia otoñal de sus umbríos rincones.
Hayedo de Santiago (Cameros, La Rioja):
Situado apenas a seis kilómetros de la localidad riojana de Munilla, en este espacio existen diferentes itinerarios que recorren el interior de sus bosques caducifolios. Uno de los más recomendables está en las cercanías del área recreativa de Zarzosa.
Parque Nacional de Ordesa (Torla, Huesca):
En los alrededores del aparcamiento del valle se extiende un fantástico bosque de hayas y otras especies caducifolias. Solo hay que seguir el camino principal hacia las cascadas para penetrar en su interior. El único inconveniente es el frío que suele hacer en este lugar.
Montseny (Barcelona):
El Parque Natural más antiguo de Cataluña destaca por la variedad de sus bosques: encinares y alcornocales en las partes bajas, y hayedos, pinares y robledales en la montaña media. En el entorno del Centro Can Casades, en Santa Fe del Montseny, una red de senderos recorre los lugares más interesantes de sus forestas.
Cañón del Duratón (Segovia):
El tramo medio de este río castellano, catalogado como Parque Natural, es uno de los mejores ejemplos de bosques de galería. Un bosque de sauces, álamos, olmos, fresnos y alisos desborda el fondo del cañón. Por si fuera poco, en sus paredes vive la mayor colonia europea de buitre leonado. Imprescindible la visita del Centro de Visitantes en la antigua iglesia de Santiago, en Sepúlveda.
Hayedo de Tejera Negra (Cantalojas, Guadalajara):
Hermano alcarreño del conocido hayedo de Montejo, en este bosque de Guadalajara los recorridos no son guiados como los del espacio madrileño. Es decir, se hacen por cuenta de cada uno y aunque también hay límite de visitas diarias, es mayor que el de Madrid.
Bosques de Ambroz (Cáceres):
El valle del norte de Extremadura que tiene su epicentro en Hervás acoge un variado mosaico boscoso de castaños, robles, alisos, chopos y demás árboles de hoja caduca, que convierten a la comarca en un espectacular escenario otoñal. Un conjunto de senderos de 200 kilómetros descubre sus mejores rincones.