Antonio Fuertes, de cerca

Ha dedicado su vida a cuidar el corazón de los demás. Quizás por ello, Antonio enriquece al Comité Consultivo con su visión social del mundo, para que no nos olvidemos de que las personas son siempre lo más importante y el centro de todo, aunque toque hablar de números.

180215 004Su padre quería que entrara a trabajar  en un banco, con la ilusión de que pudiera llegar a hacer carrera, por ejemplo, en alguna sucursal como la de su pueblo, Astorga, en León. Pero la vocación lo llevó por otros derroteros. Por entonces, un Antonio niño ya se dedicaba a investigar el corazón de las ranas. Años más tarde estudió Medicina e hizo toda su especialidad en Estados Unidos, algo por lo que se siente “un privilegiado”. Mantiene con ese país un fuerte lazo, ya que, aunque no le guste hablar de ello, pertenece a un selecto grupo de cardiólogos considerados como referentes de su especialidad. Volvió a Madrid por la inauguración del madrileño Hospital Ramón y Cajal, donde trabajó 39 años y ocho meses cuidándonos el corazón.    

Recién jubilado, Antonio ha sacado, como miembro del Comité Consultivo de Repsol, el “gen empresarial que tenía dormido”. Eso sí, sin dejar de prescribir a todos la receta social, donde las personas son lo fundamental. “Por ejemplo, cuesta mucho formar un buen médico, pero es rentable; porque todos sabemos lo importante que es la salud, especialmente cuando se pierde. Lo mismo pasa en una compañía grande como Repsol, me parece fundamental invertir en formar buenos profesionales y en un entorno de trabajo adecuado, porque ellos harán que los procesos y resultados sean cada vez más eficientes y seguros”.  

 

Repsol por dentro:

“Mi experiencia en el Comité Consultivo está siendo absolutamente reconfortante. He visto una empresa por dentro que merece la pena. Una compañía solvente, con proyectos e inquietudes. Y, lo más importante, su gente. El principal capital de cualquier institución, pública o privada, son las personas, y el equipo Repsol realmente se preocupa por la compañía y por sus accionistas”.

Aprender del error:

“Mis primeros y pequeños ahorros los invertí en Repsol hace más de 25 años, cuando salió a Bolsa y nunca he vendido una acción. La he visto crecer y evolucionar. ¿Se han cometido errores? Probablemente, el que no se equivoca es el inmovilista. Lo importante es cómo se resuelven. Repsol ha sabido hacerlo con solvencia y eso es garantía y propio de una gran empresa”.

Rentabilidad social:

“Quizás mi principal cometido en el Comité sea comentar y tratar de convencer sobre la importancia de la inversión social. La sociedad cada vez está más sensibilizada en este sentido y los que tienen un poco más deben ayudar a los que más lo necesitan. Repsol lo está haciendo muy bien, aunque siempre es posible hacer algo más. Por eso, debo felicitar a Repsol por su extenso programa de ayudas sociales”.

La anécdota:

“Cuando me presenté al Comité, dije que no sabía muy bien qué pintaba un cardiólogo allí. El Presidente amablemente me contestó: Pinta lo mismo que el de al lado, su opinión es tan valiosa como la de cualquier otro accionista sensato. Comprendí que nuestra función es dar nuestra opinión sincera. Por ello, he contactado con otros accionistas para conocer y poder
trasladar también sus opiniones al Comité”.

Antonio Fuertes, cardiólogo.