Más que palabras
Nuestra memoria
ILUSTRACIÓN: RICARDO POLO
Las personas hacen grandes a las compañías, sin importar el tamaño que tengan. Es algo que sabemos de sobra, pero que no siempre homenajeamos como se merece. Por ello, en esta ocasión queremos acercaros y aplaudir una iniciativa del Complejo Industrial de Puertollano de Repsol: todo un referente dentro de la industria energética y química que no se olvida de dar las gracias al trabajo y a la dedicación de miles de personas a lo largo de sus más de 60 años. Para ello, en su página web y bajo el título “Nuestra memoria” nos acerca, a través de la mirada de antiguos compañeros, los pequeños y grandes momentos de su historia. Toda una oda a varias generaciones de puertollaneros venidas de todo el país al calor del empleo y la prosperidad. Sin duda, un magnífico espacio para los recuerdos y un pequeño homenaje a sus trayectorias.
Toda una vida en Repsol
Entre los protagonistas, Isidro González nos hace viajar al año 1958, cuando comenzó el trabajo en la fábrica. Proveniente de las minas, donde “el trabajo era muy duro” reconoce que resultó una especie de alivio, “aunque difícil, porque no había tanta maquinaria ni tecnología, y los trabajos eran manuales”. Él, como muchos trabajadores, creció personal y profesionalmente en Repsol y presume de mantener una relación personal con muchos de los compañeros que por entonces construyeron esta compañía. Por su parte, Martín Díaz saca pecho de su trabajo y su saga. Primero fueron su abuelo y su padre, después él y ahora su hijo: cuatro generaciones que se han ganado la vida en el complejo industrial manchego. Martín lleva los colores de Repsol en su camiseta y “se siente orgulloso de su trabajo y de haber cumplido siempre con su obligación durante 44 años”.
Nuestro homenaje y agradecimiento a todas las personas que cada día hacen grande a Repsol
Una gran familia
Antonio Aguilera ríe al recordar anécdotas de aquella época, cuando empezó a trabajar en 1956: “Cuando hacíamos las nóminas, usábamos unas máquinas especiales, muy sui géneris, lo que es un anteproyecto de ordenador”. Es aficionado a los versos: “Un día se me ocurrió hacer un verso en relación con el evento que celebrábamos, en plan cachondeo, la gente se reía”. A partir de ahí, cada vez que un compañero se jubilaba o cambiaba de puesto, Antonio tenía un verso preparado para él. “Si yo me acordara de todos los versos que he compuesto...”, sonríe con nostalgia. Isi Mozos se sumó al complejo en 1967: “Era una gran familia, nos conocíamos todos”. Recuerda que solo diez mujeres trabajaban en la refinería, “ninguna en planta”. Hoy son más de 200 las que trabajan en el Complejo Industrial en todas las áreas. Después de una década jubilada, se siente orgullosa “de haber contribuido a que Puertollano tenga la refinería que tiene y de haber pertenecido a la plantilla de Repsol”. Así, hasta ocho testimonios de antiguos compañeros nos traen a la memoria el orgullo de pertenencia y el trabajo bien hecho y nos recuerdan lo importante que es detenerse a pensar de vez en cuando de dónde venimos. A ellos, y a todas las personas que hacen cada día grande a Repsol, damos las gracias.