Más que palabras

Repsol, por las nubes

BRAVO3 REPSOL, EQUIPO DE VUELO ACROBÁTICO

accionistas Bravo3 alta
ILUSTRACIÓN: RICARDO POLO

 

Repsol no podía tener mejor representante en el cielo: Bravo3 Repsol está formado por tres de los mejores pilotos del mundo. En los últimos años, han cosechado 25 medallas en competiciones internacionales, tanto a nivel individual como representando a España, con figuras que se antojan imposibles y volando a 350 km/hora…
Ellos hacen arte en el cielo.

Cástor Fantoba, Juan Velarde y Anselmo Gámez son tres amigos con una vida en común: su pasión por volar les ha llevado a elevar a las nubes el trabajo, la afición y el deporte. Estos tres comandantes de líneas aéreas, cuando se bajan de sus vuelos de pasajeros, se suben a sus aviones Sukhoi 26 (“bueno, nuestros y del banco”, rectifican riendo), construidos con fibra de carbono, titanio y con motores de más de 400 caballos de potencia. Pilotando a sus “niños” compiten en vuelo acrobático por todo el mundo, realizan exhibiciones aéreas y entrenamientos intensivos de dos semanas cada dos meses con Nicolay Nikitiuk, su entrenador ruso y residente en Moscú, quien les corrige desde tierra.

Se dice que para llegar a ser de los mejores en esta disciplina hay que tener un don, “algo especial”, cuentan. “Nosotros lo tenemos claro, nuestros dones son el trabajo, el esfuerzo y la dedicación”. Horas, horas y más horas. En el camino, decisiones de vida y muchos sacrificios.

Un baile en el cielo

Looping, abracadabra, torque roll, caída de cola, vuelo a cuchillo, barrena invertida… un baile acompasado entre dos aviones, casi tocándose uno con el otro. Abajo, miles de espectadores miran al cielo atónitos, una música marca el compás. Todo es fiesta y diversión. Estamos presenciando una exhibición aérea del Equipo Bravo3 Repsol.

LA MEJOR FIGURA ES LA QUE ESTÁ POR VENIR, LA QUE VAS A DESCUBRIR MAÑANA

Dentro de las cabinas de los dos aviones, sus pilotos ejecutan el baile con una precisión máxima. Han repasado mil veces cada movimiento, cada ángulo de giro. Nada se deja al azar. “Es como un baile de ballet, pero con la potencia y maniobrabilidad de un Fórmula 1”, definen sus pilotos.
“Hay dos modalidades: el vuelo acrobático clásico, de competición y siempre individual, que busca la precisión absoluta en las figuras. Los jueces te evalúan y puntúan cada rutina, cada figura al milímetro, si es un giro de 360º, no puedes hacerlo en 365º”, cuenta Juan. “Por su parte, en el free style o vuelo acrobático de exhibición, las maniobras no están tan encorsetadas, se usa humo para hacerlo más vistoso, al compás de la música…

Es más creativo y no hay límite. Te permite una libertad total”, agrega Anselmo. “Te sales de la ortodoxia para poder hacer lo que tú quieras, tu manera de aviones Bravoentender ese arte o deporte. Pero no hay uno sin el otro, el clásico es un camino que te forma para poder luego desarrollar tu propio estilo de vuelo”, explica Cástor.

Frente a estas dos modalidades individuales, surge el vuelo en formación: “Es otro deporte, requiere una total confianza y coordinación entre pilotos, donde la compenetración es absoluta gracias al entrenamiento”, agregan.

Un patrocinio por todo lo alto

Tras muchos años de lucha, en 2011 se abre para ellos una gran oportunidad. “El patrocinio de Repsol nos permite, por primera vez, centrarnos en nuestra preparación deportiva para las competiciones internacionales y para el vuelo acrobático en formación. Es muy importante para nosotros, nos sentimos muy valorados, arropados y motivados”, afirman los tres al unísono. “Si dedicas tu vida a una disciplina del motor, no puedes aspirar a un mejor patrocinador que Repsol, una marca puntera. No solo tuvimos suerte de tener un sponsor, sino de tener al mejor”, coinciden. Y Repsol se siente orgulloso de ver sus colores pintados en ese lienzo que para estos tres pilotos es el cielo.