Un hogar para Aenilce

Cada día, desde hace 26 años, trabajan con paciencia y cariño por la calidad de vida y el futuro de niños con lesiones cerebrales y sus familias. Hoy necesitan ayuda para una ecuación solidaria: más metros, más servicios, más niños y más familias atendidas.

El 0,4% de las personas en España tienen lesión cerebral, un daño repentino por causas externas o internas. Ya suman más de 420.000. Estos datos, fríos, adquieren sentido cuando uno entra en los dos pequeños locales situados detrás del tanatorio de la M-30, en Madrid, donde tiene su sede la Fundación Aenilce. Muy pocos metros cuadrados para tanta actividad. Allí niños y jóvenes con lesión cerebral van cada día a un cole muy especial donde reciben formación, atención sanitaria, rehabilitación, logopedia; todo ello con paciencia y cariño. Mucho cariño.

Paso a paso

aenilce 2.0.“Si solo observas mis dificultades… te pierdes cada detalle de mis capacidades”. Bajo esta filosofía trabajan con esfuerzo y talento el equipo de profesionales –maestros, fisioterapeutas, psicólogos, logopedas y auxiliares sanitarios–  y los voluntarios de Aenilce. Al frente, David y Rocío, una pareja de fisioterapeutas que son las manos y el alma de la Fundación. Sus tres hijos no tienen daño cerebral, son jóvenes y guapos. Podrían estar desarrollando sus carreras profesionales fuera de aquí, pero han elegido continuar con un legado que es hereditario. Los padres de David empezaron a construir este sueño hace 26 años. ¿Su objetivo? Dar una atención global de calidad a niños de 0 a 21 años con lesión cerebral y brindar apoyo y respiro a sus familiares.

Desde entonces, trabajan cada día con paciencia, la misma que tienen a los niños. Porque sus progresos, nos explican, son importantes pero pequeños y hay que medirlos con otra regla. En la guardería terapéutica, pequeños de 0 a 3 años comienzan su rutina por un aspecto vital: respirar y comer bien. Vemos a María, de poco más de un año, esforzándose por aprender a sorber. Todos pasan cada día por las manos del fisioterapeuta, mientras otros ejercitan su destreza manual, juegan, ríen…

Más aulas y un futuro

Los “mayores” del colegio de educación especial también están trabajando. Aymane nos muestra orgulloso sus progresos al andar con bastones; mientras tanto Guillermo y José, dos niños autistas, leen concentrados con su profesora. Claudia duerme en una colchoneta, no ha pasado buena noche.

Todos los niños con lesiones cerebrales requieren una atención y cuidados profesionales enormes para mantener una calidad de vida. Como ellos, en este cuarto de vida Aenilce  ha sabido avanzar, poco a poco y con un presupuesto más que modesto. En los últimos años su lucha pasa por construir y dotar de la infraestructura necesaria a un espacio que les ha cedido el Ayuntamiento de Madrid. Más metros que les hacen acariciar con los dedos dos retos fundamentales: dos aulas más de niños, para acabar con la lista de espera, y un aula de mayores de 18 años, para seguir trabajando con ellos la autonomía y la transición a la vida adulta. Para lograrlo, necesitan muchas manos amigas que colaboren. 

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NO LOS OLVIDEMOS...

“Hay asociaciones, como Fundación Repsol, que no se olvidan de nosotros”, nos comenta Rocío. No es ningún mérito. Nadie que conozca Aenilce podría hacerlo. Nuestra ayuda es muy pequeña, para tan gran empresa. Por ello, además de contar la inversión de Fundación Repsol a vosotros los accionistas, como nos obliga la trasparencia, en esta revista queremos invitaros a que conozcáis el proyecto por el que llevan luchando los últimos años: cambiarse a un local más grande, con más recursos, con un horario más amplio, con más actividades, que acoja a los niños hoy sin plaza…

Estamos convencidos de que las grandes oportunidades para ayudar a otros raras veces llegan, pero las pequeñas nos rodean todos los días… Podéis conocer y/o colaborar con Aenilce en: www.fundacionaenilce.org o al teléfono 91 404 77 70.

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Cada día, los alumnos de Aenilce llegan a su colegio en un vehículo adaptado.