El fracking y la independencia energética
Antonio Merino, Director de Estudios y de Análisis del Entorno de Repsol
¿Podemos hablar de una revolución de los no convencionales? Sí. No cabe ninguna duda: estamos ante toda una revolución energética de consecuencias no solo económicas, sino también geoestratégicas. El cambio ha sido posible gracias a la disrupción tecnológica conocida como fracking. El liderazgo lo ha ejercido Estados Unidos y la revolución en marcha tiene repercusiones geopolíticas relevantes.
¿Por qué en Estados Unidos?
En realidad, siempre se supo de la existencia de los recursos no convencionales. Pero se tenían que dar las condiciones tecnológicas y socioeconómicas para su explotación. ¿Por qué Estados Unidos está liderando esta revolución? La respuesta se encuentra en la coexistencia de una serie de factores muy difíciles de replicar en otros países: ha tenido acceso y ha desarrollado la tecnología aplicada a estas explotaciones; tiene un gran conocimiento geológico y posee grandes acumulaciones de hidrocarburos; gran parte de la propiedad de los recursos del suelo es privada, ello ha facilitando trámites y materialización de beneficios; la existencia de un sector servicios muy desarrollado; y un clima favorable a la inversión. Así la aplicación del fracking, al comienzo marginal, se fue haciendo más intensiva y Norteamérica cada vez ve más cerca el paradigma de la independencia energética.
En los últimos tres años EE. UU. ha aumentado su producción de petróleo en casi cuatro millones de barriles/día gracias a los recursos no convencionales, con lo que hoy su grado de autoabastecimiento ha alcanzado el 65%. En cuanto a la producción de gas natural no convencional en EE. UU., en 2009 se produjo el gran giro sobre las perspectivas a largo plazo. Ese año, el Departamento de Energía de EE. UU. señaló que el país norteamericano no sería más un gran importador de gas natural, cuando solo un año antes preveía que continuaría la tendencia al aumento de las importaciones.
En un entorno de precios elevados, Norteamérica podría ser energéticamente independiente en diez años, gracias a los no convencionales.
A esto se le suma el aumento de producción de Canadá, parte de la cual consume EE. UU. En conjunto, todo ello hacía posible que, en un entorno de precios elevados, Norteamérica alcanzase el total autoabastecimiento energético en una década. Ahora bien, en el escenario de precios bajistas del crudo actual, subyace el interrogante: ¿a qué precios es rentable para Norteamérica producir el petróleo no convencional? Sabemos que le es rentable producir cada vez más a 110 dólares el barril equivalente de Brent, pero no si son capaces de hacerlo a 60 o 70 dólares el barril de forma sostenida.
Geopolítica de los recursos
Sin duda, la revolución de los no convencionales tiene repercusiones geopolíticas relevantes. Si miramos el mapa geoestratégico de acceso al petróleo, encontramos una gran disociación entre las zonas de producción y de consumo. El 70% de la producción tiene lugar en países exportadores netos que no necesariamente son grandes consumidores: países de Oriente Medio, África, Latinoamérica y la antigua Unión Soviética. Todos los demás países son importadores netos, a pesar de haber grandes consumidores, los cuales también producen volúmenes considerables de petróleo, como es el caso de Estados Unidos y China. De hecho, en 2014 Estados Unidos fue el primer productor de crudo y líquidos del gas natural a escala mundial, seguido de Arabia Saudí y de Rusia. Indudablemente, esta revolución energética supone una disminución de la dependencia estratégica estadounidense de Oriente Próximo. Es decir, Asia y Europa en su conjunto serán las regiones que más dependerán estratégicamente del suministro del norte de África y de Oriente Próximo. En este contexto, la producción convencional de la OPEP seguirá siendo importante; y todavía falta por ver si los países del cartel, los más ricos en términos de yacimientos de petróleo, se animan a buscar petróleo en sus rocas madre.
En cuanto al precio del petróleo, existen recursos que se pueden poner en producción con la tecnología actual, pero que son muy intensivos en inversiones. Con lo cual, habrá que ver a qué precios sigue siendo atractivo producir ese petróleo no convencional. En todo caso, no se espera que los precios actuales prevalezcan en el medio y largo plazo. Cabe esperar que haya un reajuste del mercado y el precio del Brent se sitúe entre los 90 y 100 dólares el barril en el medio plazo.