La magia de los musicales
Show Boat (1927) es considerado el “padre” de los musicales estadounidenses, el primero en integrar texto con canciones. A él le siguieron otros como My fair lady (1956), con la inolvidable Julie Andrews en la piel de una inculta florista, o West Side Story (1957), que daba vida a una callejera versión de la tragedia de Romeo y Julieta. En 1966, la historia del club nocturno de Berlín de los años 30, Cabaret, se llevaba ocho premios Tony, los más importantes del género.
En 1971, la obra Jesucristo Superstar provocó la protesta de los grupos religiosos por cómo se presentaba a Jesús sobre el escenario. El mismo año se estrenaba Grease en un garaje con butacas de Chicago, un reflejo del ambiente juvenil de los 50 que sería pronto conocido en todo el mundo.
Los más longevos
Si de años se trata, El fantasma de la ópera se estrenó en 1986 en el West End y dos años después en Broadway, donde lleva 27 años subiendo el telón, lo que la convierte en el musical de mayor duración en Estados Unidos, la meca de los musicales. La historia de la hermosa soprano que se convierte en la obsesión de un genio musical desfigurado también es el espectáculo que más dinero ha recaudado.
Participa en nuestro concurso y gana dos entradas para ver El Rey León en Madrid
Otro musical convertido en leyenda es Los miserables que, con 29 años de representaciones continuas en Londres, es el musical con mayor tiempo en cartel del mundo. Esta historia atemporal y universal cuenta varias décadas de historias de superación, arrojo, sueños rotos, amor no correspondido… en la Francia revolucionaria del siglo XIX, y ha sido vista por más de 70 millones de espectadores en todo el mundo.
Estos son solo algunos de los musicales emblemáticos que podemos ver, junto a otros que van camino de serlo, y nos hacen sentir la magia de las grandes producciones, bailando al ritmo de “Hakuna Matata” en El Rey León o tarareando los grandes éxitos del grupo ABBA en Mamma Mia!
