Capturar y Almacenar CO₂: baza industrial para alcanzar la neutralidad climática

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La tecnología de CCS permiten atrapar el CO₂ en las propias instalaciones industriales.

El cemento que sostiene nuestras ciudades. El acero que estructura puentes, trenes y hospitales. El amoníaco que fertiliza los cultivos. La fabricación de estos productos provoca emisiones de dióxido de carbono que son difíciles de reducir. Por eso cobra sentido una tecnología que neutraliza esa huella en origen: capturar y almacenar el CO₂ antes de que llegue a la atmósfera. Tres letras, CCS (Captura y Almacenamiento de Carbono, por sus siglas en inglés), que pueden marcar la diferencia para reducir las emisiones de los procesos más exigentes.

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La tecnología de CCS permiten atrapar el CO₂ en las propias instalaciones industriales.

“No hay otra solución igual de eficaz, madura y competitiva para reducir las emisiones de CO₂ en muchos sectores industriales intensivos en energía, como el acero, el cemento o la química, permitiendo un avance hacia las cero emisiones netas de una forma eficiente y competitiva”, explica Marta González, manager de Commercial & Marketing CCS en Repsol. El acero aporta el 7 % de las emisiones globales de CO₂; el cemento, el 8 %. Y en la petroquímica básica, el 80 % de esas emisiones no pueden eliminarse con eficiencia energética o electrificación, de modo que dependen de las tecnologías CCS.

"No hay otra solución igual de eficaz, madura y competitiva para reducir las emisiones de CO₂ en muchos sectores industriales intensivos en energía", explica Marta González, de Repsol
 

La tecnología de CCS permite atrapar el CO₂ en las propias instalaciones industriales, lo separan de otros gases y lo comprimen para su transporte por “ceoductos” o buques. Después se inyecta en formaciones geológicas profundas. Hoy funcionan 50 plantas en el mundo, 44 más están en construcción y otras 500, en desarrollo, según el Global CCS Institute.

La Agencia Internacional de la Energía estima que, para alcanzar la neutralidad climática en 2050, será necesario capturar y almacenar 1.000 Mt (millones de toneladas)/año de CO₂ en 2030 y 6.000 Mt/año en 2050. Ahora mismo apenas se superan los 50 Mt/año. 
 

 

Lecciones desde el Mar del Norte
 

Los proyectos de CCS se han desarrollado durante décadas y la tecnología utilizada ha estado en uso por más de cincuenta años. Este extenso historial ha brindado a los operadores la experiencia y tecnología necesarias para gestionar de manera segura los proyectos de almacenamiento.

Noruega abrió el camino con Sleipner, en funcionamiento desde 1996, donde ya se han almacenado más de 20 Mt de CO₂ en una formación salina 240 km mar adentro. “Este proyecto es un ejemplo de transparencia porque ha publicado sus datos en tiempo real, lo que ha permitido a los investigadores de todo el mundo comprender los procesos de flujo, realizar predicciones más precisas y desarrollar métodos para el almacenamiento seguro del CO₂”, destaca Marta González.

Northern Lights, también en Noruega, firmó el primer acuerdo comercial para transportar CO₂ desde Países Bajos y almacenarlo bajo el Mar del Norte. “Este acuerdo abre la posibilidad de ofrecer el transporte y almacenamiento como un servicio. Habrá países que no dispongan de almacenamientos geológicos o no en la cantidad suficiente y se va a requerir de unos flujos de CO₂ hacia otros donde sí los haya”, subraya la experta.

Porthos, en los Países Bajos, será el primer gran proyecto de este tipo en la UE, con capacidad para inyectar 37 Mt de CO₂ durante 15 años desde el polo industrial de Róterdam hasta yacimientos agotados en el Mar del Norte.

Capturar y almacenar CO2
En la plataforma de Sleipner, en funcionamiento desde 1996, ya ha almacenado más de 20 Mt de CO₂.

 

España, con potencial por desplegar
 

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima menciona la tecnología CCS, pero aún de forma tímida. La Plataforma Tecnológica Española del CO₂ (PTECO2) alerta: “Vamos tarde. Los principales países de la eurozona tienen una estrategia bien definida y proyectos específicos en desarrollo con apoyo público. Pero con apoyo estatal y una hoja de ruta, se puede lograr”.

“España tiene un gran potencial, con universidades y centros de investigación con amplia experiencia en el conocimiento de tecnologías ​​CCUS [Carbon Capture, Use and Storage, por sus siglas en inglés]. Sin embargo, el grado de actuación a nivel industrial es todavía escaso”, analiza Fèlix Llovell, director de la Cátedra de Transición Energética Fundación Repsol en la Universidad Rovira i Virgili. La PTECO2 calcula que, con una apuesta decidida, podrían crearse 70.000 empleos y movilizar más de 7.000 millones de euros de valor añadido. “Aunque es evidente que la adopción de estas tecnologías supondrá un coste inicial importante, existe un retorno a largo plazo del que toda la sociedad se beneficiará”, recuerda Llovell.

“El reto que tenemos por delante es titánico”, reconoce Marta González. Un ciclo de proyecto CCS puede durar entre ocho y diez años y exige inversiones elevadas.​ “Hace falta un marco regulatorio que dé certidumbre a las empresas y promueva la colaboración público-privada. Se necesitan incentivos financieros y un respaldo político decidido”, añade. ​​​​​​​

Estados Unidos y Reino Unido lideran el despliegue. El primero acoge 19 instalaciones operativas y ofrece 85 dólares de crédito fiscal por tonelada de CO₂ almacenada. El segundo ha comprometido unos 26.000 millones de euros en ayudas para proyectos CCS a lo largo de 25 años.

En Europa continental, 2024 ha sido un año decisivo con la publicación de la Net Zero Industry Act (que incluye un objetivo de alcanzar 50 Mt/año de almacenamiento de CO2 para 2030) y la Carbon Management Strategy (que amplía la visión a largo plazo superando los 250 Mt para 2040). “Podríamos citar la frase mítica de Neil Armstrong: ‘Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad’. Ahora se trata de que esa visión de la Comisión Europea se traduzca en estrategias nacionales y mecanismos financieros que orienten las inversiones”, concluye Marta González. 

Cero emisiones netas

Según la Organización de las Naciones Unidas, y los firmantes del Acuerdo de París, es crucial alcanzar cero emisiones netas para mediados de siglo con el fin de limitar el calentamiento global y mitigar el cambio climático. La comunidad científica respalda el CCS como una herramienta esencial para combatir el cambio climático.

Las principales organizaciones científicas, como el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), la AIE (Agencia Internacional de la Energía) e IRENA (Agencia Internacional de Energías Renovables), coinciden en que el CCS es fundamental para reducir las emisiones en situaciones donde otras opciones de mitigación son limitadas o no viables desde una perspectiva técnica y/o económica.

¿Cómo funciona la captura y almacenamiento de CO₂?
 

Captura: el CO₂ se separa de otros gases a la salida de las chimeneas industriales. Se puede usar absorción química con aminas (compuestos orgánicos derivados del amoníaco) o tecnologías de membrana, que actúan físicamente. 

Transporte: una vez purificado, se comprime y se transporta por tuberías (ceoductos) o en buques. Existen ya más de 5.000 kilómetros de tuberías en el mundo. 

Almacenamiento: se inyecta a más de 1.500 metros de profundidad en formaciones geológicas como acuíferos salinos o yacimientos agotados. Una capa de roca impermeable impide la fuga del gas.