“La meta de cada proyecto social es el inicio del siguiente”

Empezó su carrera profesional en Repsol unido a la salida a Bolsa de la compañía, hace más de 28 años. En sus últimos ocho años, hasta su reciente jubilación, fue una parte fundamental del equipo que ha hecho posible la Fundación Repsol de hoy. Con él hablamos del “mejor trabajo de todos”: canalizar la energía social de Repsol. 

 

En 2008, con su incorporación, Fundación Repsol inició un proceso de transformación, ¿con qué objetivo?
El principal objetivo fue hacer una Fundación mucho más cercana a la ciudadanía, a los intereses y al bienestar de la sociedad. ¿Cómo? Separando la energía social de Repsol de la energía de negocio; porque, desde el inicio de su actividad en 1994, había sido una Fundación típicamente sectorial, como plataforma del Instituto Superior de la Energía para formar profesionales que trabajasen en el sector, realizando reuniones con Harvard sobre energía u organizando el Foro Formentor cada año con personalidades de todo el mundo, entre otras.

¿Ello supuso un cambio de foco?
Sí, cambiamos la orientación hacia la inversión social y nos desvinculamos totalmente de la generación del negocio. Tuvimos desde el principio muy clara nuestra misión: trabajar para contribuir a crear una sociedad mejor, generando valor a través de la energía social de Repsol, la energía de las personas, cuidando nuestro entorno y participando activamente en la sociedad, especialmente en las zonas donde la compañía está presente, en nuestro país y en el resto del mundo.

¿Cuál es el porqué de la Fundación?
No se trata de caridad, ni de justicia, sino de responsabilidad. Si uno quiere mejorar la comunidad en la que vive, tiene que participar. Lo mismo sucede con las compañías. La inversión social es, además, un tema de sostenibilidad y de supervivencia para una compañía. Los inversores lo saben y, por ello, cada vez crece más la inversión en fondos que invierten en compañías socialmente responsables. La sostenibilidad de una empresa es un equilibrio entre tres ámbitos: económico, social y medioambiental, que     te permite perdurar en el tiempo.

¿Cuáles han sido desde entonces los ejes principales de actuación?
Diversidad e Integración es un área donde la compañía trabaja activamente en la incorporación laboral de las personas con discapacidad. Nosotros la complementamos con una inclusión plena a través del deporte, el ocio, la formación…, incidiendo en la cultura y la formación en la discapacidad intelectual —que es donde hay más barreras— y en el deporte adaptado. Trabajamos también en el Desarrollo Social, sobre todo en los países donde actuamos; en la Energía, a través del Fondo de Emprendedores y el Observatorio de la Energía, y fomentando una Ciudadanía Responsable.

En inversión social siempre puedes hacer más

¿En estos años, ha evolucionado mucho Fundación Repsol?
La evolución ha sido absoluta, de unos programas básicos a los que hoy tenemos. De ser un jovencito, a una persona adulta, con todos los valores desarrollados. Por ejemplo, en integración y diversidad somos una referencia en España, apoyándonos con nuestros socios de la ONCE; o en innovación energética, donde nuestro Fondo de Emprendedores es un actor relevante en el sector.

¿Esta trayectoria os ha servido para aprender?
Por supuesto. También hemos experimentado un cambio cultural desde la filantropía a la inversión social, a la responsabilidad. Eso se nota sobre todo en nuestros proyectos en Latinoamérica, donde hemos tenido más presencia por nuestras operaciones allí. Experiencia que ahora, tras la integración de Talisman, seguramente servirá para llevar adelante iniciativas también en el sudeste asiático.

¿Algún proyecto que destacaría en Latinoamérica?
Ha habido muchos en estos años. Por ejemplo, en Trinidad y Tobago hemos contribuido a cambiar la sanidad del país. Primero, a través de un programa con Cruz Roja internacional sobre el sida, cuyas tasas crecían en el país a pesar de decrecer en el resto del mundo. Luego, replicando el modelo de trasplantes de España, separando la cirugía de la donación de órganos e implantando la técnica y el sistema de donantes. En Perú, con un programa de hostelería rural en el camino del Inca a base de huertos, donde se podía comer y dormir; ahora tienen una red de albergues o pequeñas casas rurales y ha mejorado la agricultura de esas poblaciones.

También luchan contra el hambre, ¿no es así?
Si tú no tienes la energía que te da el alimento, no puedes moverte, ni estudiar. Por ello, participamos con un socio tan importante como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU en la lucha contra el hambre como plataforma para el desarrollo social, para que los chavales se alimenten y puedan estudiar en Bolivia y en Perú; en este último, con un programa de lucha contra la anemia en una población vecina a nuestro complejo industrial de La Ventilla.

¿Los proyectos sociales requieren grandes inversiones?
La inversión social, al final, supone menos recursos de los que parece. Hay pequeños cambios que no requieren grandes inversiones y, sin embargo, ayudan a mejorar la vida de muchas comunidades. Es una gotita de agua en el océano, pero sin esa gotita, el océano no está completo. Muchas veces, la inversión social sirve de palanca para generar un movimiento que luego continúa.

¿Cómo se llevan a cabo estos proyectos?
En primer lugar, nunca haremos nada que las unidades de negocio en ese país no crean conveniente. Luego, contamos siempre con las autoridades locales para que el proyecto salga adelante. Y siempre con socios locales, organizaciones que sean estables en el lugar; de esta forma, aseguras su perdurabilidad en el tiempo y no creas necesidades y esperanzas que no se puedan cumplir en el futuro, cuando ya no estés.

¿La cultura puede ser una barrera?
Si quieres cambiar algo, tiene que ser siempre desde el respeto a la cultura y a las tradiciones, aunque a veces vayan contra tus creencias. Por ejemplo, en Senegal, participamos en un proyecto de educación secundaria. Allí, las mujeres van al matrimonio siendo niñas. ¿Cómo puedes cambiar eso? Con educación. Ahora, nos cuentan los padres, están procurando que sus hijas estudien y después que ellas tomen la decisión. Se trata de una inversión de años para cambiar las cosas. Así, la inversión social se convierte en plataforma para el desarrollo social.

Javier Inclán de la Cuesta Fundación

¿Cómo se eligen los proyectos?
Hay proyectos que nosotros mismos generamos, o mejoramos y adaptamos otros que ya han funcionado en otros sitios. En todo caso, una buena gestión es igual de importante en inversión social que en cualquier otra área; se aplican los mismos criterios de gestión por objetivos, medición, etc. De esta forma, logras que tu incidencia sea superior. Lo mismo sucede al elegir a nuestros socios locales: tienen que cumplir con una serie de requisitos y certificaciones. Muchas veces hemos ayudado, como un paso previo, a las organizaciones a que se organicen.

Muchos de los proyectos sociales de Fundación Repsol se llevan a cabo en España, ¿verdad?
Por supuesto, y en muchos ámbitos. Por poner algún ejemplo, programas de empleabilidad de personas con discapacidad, como en la sierra de Béjar. Este programa de formación en hostelería rural ha formado y dado empleo a 42 personas con discapacidad. Otra iniciativa reciente se ha llevado a cabo en colegios de Puertollano, con falta de medios económicos; en este caso, la herramienta ha sido ayudar con la dotación para desayunos, material escolar y excursiones. El fin último es lograr la inclusión social de esos colegios y que tengan las mismas oportunidades.

¿Cuál es el balance de su trabajo en Repsol?
Siempre digo que soy un tipo muy suertudo: he trabajado toda mi vida y en unos trabajos muy bonitos. En marketing, medios de pago, patrocinio… y, finalmente, en Fundación Repsol, que ha sido el mejor de todos porque, además de tener el resto de ingredientes, te brinda la satisfacción personal de ver cómo cambian los entornos.

Los accionistas tienen en Repsol su mejor inversión, no solo económica, también social y medioambiental

¿Ha cumplido los objetivos que se ha propuesto?
En inversión social nunca cumples todo lo que te propones, porque siempre puedes hacer más. La meta de cada proyecto social es el inicio del siguiente. Por suerte, la energía social no entiende de límites. Pero he tenido la suerte de poder disfrutar y participar en el desarrollo de la Fundación Repsol y de haber puesto en marcha muchas de las cosas que nos propusimos.

Aula energia 1

Aula móvil El mundo de la energía. ¿Sabías que...?, de Fundación Repsol.

 

¿Ha cambiado su forma de ver el mundo?
Fundación Repsol me ha enseñado mucho, mucho, mucho…, a ver cada día a las personas, a quererlas todavía mucho más y a creer en ellas. Hay mucha gente excelente. Las personas son las que mueven no solo a las compañías, sino al mundo.
 
¿Habéis invitado a los accionistas a participar de esta energía social?
Sí, los programas que hacemos con los accionistas de Repsol son un motivo de orgullo. Les estamos diciendo que somos mucho más que una compañía, somos responsables, queremos cambiar las cosas y mejorar nuestra sociedad.

¿Un proyecto a lo largo de todos estos años?
Dos. La construcción de Más que palabras y el deporte para la integración. El primero es una plataforma que construimos desde cero, porque creímos en la dimensión ciudadana de los empleados y accionistas de Repsol; para que cualquiera de ellos, en cualquier país del mundo, pueda presentar proyectos sociales en los que está involucrado. ¿El resultado? Hacer realidad ayudas a 70 de esos proyectos cada año. El segundo tiene el deporte como base para la integración y la normalización de personas con discapacidad para convertirla en capacidad. Las personas con discapacidad son capaces de todo y, en el deporte, son el doble de capaces.

¿Un mensaje para los accionistas?
Repsol es una compañía responsable y sus accionistas tienen aquí su mejor inversión, no solo económica, también social y medioambiental. Es decir, la inversión más sostenible. Estoy convencido de que están orgullosos de su inversión por la dimensión global que ello supone.

Senegal
Viaje de Repsol en Acción a la Escuela Secundaria Louly Benteigné en Senegal, proyecto ganador de la 1ª edición de Tú lo haces posible.

 

SU TRAYECTORIA

  • Javier Inclán de la Cuesta es economista (Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Valladolid) y Máster por el ISEM (Milán).
  • Ingresó en Repsol en 1988 como Jefe del Departamento de Marketing y Subdirector de Marketing de Repsol Comercial. En 1993 fue nombrado Director Comercial de Solred, Unidad de Sistemas y Medios de Pago del Grupo Repsol. En el año 2000, ocupó el cargo de Coordinador General de Marketing Operativo de la división Refino-Marketing Europa de Repsol-YPF. Dos años más tarde, fue nombrado Responsable de Patrocinio Deportivo y Medios del Motor.
  • Desde 2008, hasta su jubilación en agosto de 2016, ha sido Director del Área Social e Institucional de Fundación Repsol.