La biomasa agroforestal y ganadera, clave para la transición energética y la revitalización del campo español
España se destaca en el panorama europeo por su vasto potencial en biomasa. Es el segundo país de la Unión Europea en extensión agrícola y el tercero en superficie arbolada, lo que le otorga una posición privilegiada para el desarrollo de esta fuente energética. La biomasa agroforestal, que incluye materiales como cepas y sarmientos de viñedos, restos de podas agrícolas, madera procedente de trabajos forestales, purines de la ganadería y rastrojos de cosechas, se ha transformado de residuo a recurso que se utiliza como materia prima para producir energía renovable.
Este tipo de biomasa es un recurso renovable que, además, se obtiene localmente, lo que reduce la necesidad de importar energía y refuerza la autonomía energética del país. Según datos de la Asociación Española de Valorización Energética de la Biomasa (AVEBIOM), en 2022, el sector de la biomasa representó algo más del 0,3% del Producto Interior Bruto (PIB) español, con un volumen de facturación superior a 4.500 millones de euros y la creación de unos 50.000 empleos directos e indirectos. Estos números ponen de manifiesto la importancia creciente de la biomasa en la economía nacional.
La gestión adecuada de los recursos de biomasa contribuye a la generación de energía renovable y juega un papel fundamental en la mitigación de los efectos del cambio climático. Según Daniel García, responsable de Proyectos e Innovación de AVEBIOM, la biomasa es responsable ya de entre el 70% y el 80% de la generación de calor para calefacción y usos industriales en España. En este sentido, García destaca que "la biomasa ofrece una solución rápida y renovable para la generación de calor”, permitiendo a industrias y hogares desacoplarse del precio de la electricidad y evitando la sobrecarga de la red eléctrica.
Incluye cepas y sarmientos de viñedos, restos de podas agrícolas, madera de trabajos forestales, rastrojos de cosechas y purines de la ganadería
Más allá de su contribución a la reducción de emisiones de CO2, la biomasa agroforestal y ganadera se presenta como un motor de desarrollo para el campo español. En un contexto donde muchas áreas rurales enfrentan despoblación y falta de oportunidades, el aprovechamiento de la biomasa puede ser un factor clave para la revitalización económica y social de estas zonas.
El ejemplo de Grúas Nilo, una empresa de Socuéllamos (Ciudad Real), es ilustrativo de cómo la biomasa puede generar empleo y dinamizar la economía local. Esta compañía, dedicada al transporte por carretera, ha diversificado su actividad para incluir la recogida de sarmientos y cepas de viñedos en la provincia, los cuales son transportados a una planta de generación de electricidad a partir de biomasa en Puertollano. Durante la temporada alta, esta actividad llega a emplear a una quincena de personas, lo que demuestra el potencial de la biomasa para generar empleo en zonas rurales.
La producción de biomasa también está vinculada a la mejora de la gestión ambiental en el campo. Tradicionalmente, los restos de podas y otros desechos agrícolas se quemaban en el lugar, una práctica que contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero y afecta la calidad del aire. Sin embargo, la revalorización de estos restos para la generación de energía no solo evita estas emisiones, sino que también facilita una gestión más eficiente y sostenible de los residuos agrícolas. "En el ámbito agrícola, el aprovechamiento de la biomasa permite dar salida a unos subproductos que, si no se gestionan adecuadamente, podrían tener un impacto negativo en el medio ambiente", señala García.
El papel estratégico de la biomasa en la transición energética
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) reconoce el papel crucial que la biomasa agroforestal puede desempeñar en la transición hacia un modelo energético más sostenible. Según el Plan, se prevé un incremento significativo en el uso de biomasa en plantas de cogeneración, con el objetivo de alcanzar los 1.377 MW en 2030, más del doble de lo generado en 2020. Este incremento estará impulsado en gran medida por el uso de restos de podas agrícolas, como las del olivar y el viñedo, y la biomasa forestal procedente de actividades de prevención de incendios.
El biometano, un gas renovable producido a partir de residuos orgánicos, es otra de las apuestas del PNIEC para reducir la dependencia del gas natural y avanzar en la descarbonización de la economía. Actualmente, ya se están inyectando pequeñas cantidades de biometano en la red gasística española, y se espera que su producción aumente significativamente en los próximos años, con más de 200 proyectos en desarrollo.
La construcción de plantas de recogida y tratamiento de biomasa en zonas rurales será esencial para lograr este objetivo, creando además nuevas oportunidades de empleo y desarrollo en estas áreas.
El biometano, un gas renovable producido a partir de residuos orgánicos, es otra de las apuestas del PNIEC para reducir la dependencia del gas natural y avanzar en la descarbonización de la economía
El uso de biomasa también se proyecta como una solución para la producción de combustibles renovables, que representan una alternativa para reducir las emisiones de CO2 en el sector del transporte. "Obtener estos combustibles a partir de la abundante biomasa que genera el campo español es el futuro de los combustibles renovables", asegura Pedro Segovia, gerente de Desarrollo de Negocio de Biomasa en Repsol.
Esta compañía ha puesto en marcha en Cartagena la primera planta de la Península Ibérica dedicada a la producción de combustibles 100% renovables a escala industrial, utilizando como materia prima aceite de cocina usado y grasas residuales. Segovia destaca que la biomasa jugará también un papel determinante en el futuro de la producción de estos combustibles, especialmente cuando las tecnologías estén plenamente desarrolladas.
Retos y oportunidades para el futuro de la biomasa en España
A pesar del gran potencial de la biomasa agroforestal y ganadera, el sector aún enfrenta varios desafíos que deben superarse para maximizar su impacto en la economía y la sostenibilidad energética de España. Según un estudio del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), un 40% de la biomasa agroforestal disponible en el país no se está utilizando, lo que equivale a más de 18 millones de toneladas anuales que podrían aprovecharse para la generación de energía.
Uno de los cultivos con mayor margen de mejora en el aprovechamiento de la biomasa es el olivar, que cuenta con 2,75 millones de hectáreas distribuidas en 15 comunidades autónomas. Las podas del olivar generan una biomasa significativa, pero actualmente no existe un sector bien desarrollado capaz de gestionar y tratar los más de dos millones de toneladas que se producen cada año solo en Andalucía. "Para impulsar la revalorización de la biomasa agroforestal sería necesario ampliar el mercado a nuevos sectores y fortalecer el tejido empresarial”, indica Pedro Segovia. “Además, falta mano de obra cualificada y es crucial que la administración se implique más en este proceso".
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