Tumbarse al sol para afrontar la descarbonización
John F. Kennedy, 35º presidente de los EE UU, fue uno de los primeros políticos en convertir una traducción plana de la palabra china para ‘crisis’ ('wei-chi') en eslogan político: “En una crisis, toma conciencia del peligro pero reconoce la oportunidad”. O como escribió Miguel de Cervantes en El Quijote, “donde una puerta se cierra, otra se abre”. En la actual coyuntura internacional, con el suministro de gas de origen ruso amenazando con dar portazos, Europa vuelve a ver en las energías renovables la oportunidad para una mayor autonomía. Un foco que se vuelve especialmente intenso en torno a la energía solar del sur del continente.
“Tanto en viento como en fotovoltaico, España es una potencia mundial, no solamente en la producción, sino en diferentes eslabones de la cadena de valor, del ámbito de tecnologías de fabricación y de almacenamiento”, afirma Enrique Pedrosa, director de operaciones de Generación Baja en Carbono para Europa y Latinoamérica de Repsol.
La compañía ha convertido la energía solar en uno de los pilares renovables de su estrategia multienergética, con el fin de alcanzar las cero emisiones netas en 2050. Para ello, tiene ya en producción los parques de Valdesolar (en Badajoz), con una capacidad de producción de 264 megavatios (el suministro eléctrico de unos 140.000 hogares) y Kappa (Ciudad Real), con 126,6 MW. Sigma, su tercer proyecto fotovoltaico hasta la fecha en España (ubicado en la provincia de Cádiz) tendrá una capacidad de producción de 204 MW y se espera que empiece a operar en 2023.
“Tanto en viento como en solar, España es una potencia mundial, no solamente en la producción, también en tecnologías de fabricación y almacenamiento”
Más allá de nuestro país, Repsol también desarrolla proyectos renovables en Chile, en virtud de su acuerdo con el Grupo Ibereólica Renovables, con una importante cartera de activos de energía eólica y energía solar fotovoltaica. Y en Estados Unidos a través de su empresa participada (con un 40%) Hecate Energy, especializada en el desarrollo de proyectos fotovoltaicos y de baterías para el almacenamiento de energía. “No tardarán mucho en venir nuevos países”, anuncia Pedrosa, “porque hay voluntad de seguir expandiéndonos más allá de estos dos y de España”.
Italia puede ser el siguiente paso, apunta Paz García, directora de Gestión de Energía de Repsol. La compañía ”adapta su estrategia de internacionalización en cada uno de los mercados, pero siempre con un mismo objetivo: elegir tecnologías que tengan sentido para los mercados en cuestión, combinación de renovables y buscar socios que además nos complementen y sumen capacidades a las que tenemos”.
Comunidades solares en marcha
Estas grandes infraestructuras no son el único camino made in Repsol para hacer del sol una de las respuestas al reto de la descarbonización de la economía. El otro nos atañe a cada uno de nosotros y pasa por impulsar la creación de comunidades solares en núcleos urbanos, aprovechando los tejados de grandes edificios para instalar placas. El modelo de Repsol en ese segmento se llama Solmatch, que ofrece a los vecinos situados en un entorno de 500 m la posibilidad de disfrutar de energía 100% renovable. Actualmente cuenta con 242 de estas comunidades, que juntas contribuirán a reducir más de 2.300 toneladas de CO2.
Sin alcanzar la capacidad de producción de los parques, su impacto es también muy relevante, “es una muestra de cómo la ola de renovables llega al día a día del consumo de cada uno de nosotros”, subraya Pedrosa, “y demuestra un compromiso que tiene mucha relevancia también en la decisión de Repsol de hacer su transformación en el ámbito de las renovables”.
La otra puerta que abre la energía solar es la del hidrógeno renovable, que Repsol va a obtener con una tecnología propia. Su participación es “crítica”, valora Enrique Pedrosa, por la influencia decisiva que tienen los costes de la energía en la producción. Estos “se están reduciendo al punto de ser a día de hoy las energías renovables las más competitivas del panorama en Europa o a nivel mundial”, asegura.
Una vez obtenido, el hidrógeno renovable se puede emplear en la fabricación de combustibles sintéticos de cero emisiones netas o, a medio plazo, para propulsar vehículos de pila de combustible. En la industria, el hidrógeno es un componente clave para los procesos de refino. Además, es un vector energético que puede almacenar a gran escala los excedentes de electricidad renovable, sea solar o eólica, en los momentos en los que la generación exceda a la demanda.