Cinco sopas frías llenas de color y sabor
Hidratación y temperatura son las dos variables que condicionan nuestro verano gastronómico. También la aparición de alimentos de temporada que, al ser propios de la estación, nos garantizan un plus de sabor y en muchas ocasiones, también de vistosos colores que nos alegran la mesa. La sopa, habitualmente imaginada como un alimento propio de las estaciones frías, es sin embargo una preparación que en los meses de estío constituye el mejor entrante o se convierte en la protagonista de muchas comidas y cenas. Y no solo por las variables arriba mencionadas, sino además porque resultan tan ligeras que consiguen hacer más amable ese esfuerzo fisiológico que es la digestión, para no aumentar así nuestra temperatura corporal. ¿Una recomendación? Cuidar siempre el nivel de sal.
Gazpacho
No por obvio deja de ser menos relevante el papel protagonista de este plato en cualquier comida estival. La receta más canónica incluye hortalizas crudas (tomates, pepinos, pimientos, cebollas, ajo), aceite de oliva y vinagre. Pero su éxito, no solo en España, lo ha vuelto susceptible a todo tipo de variaciones, en las que algunos ingredientes se sustituyen o añaden (sandía, fresas) pero manteniendo siempre los tonos rojos.
Vichyssoise
El homólogo francés del gazpacho es esta sopa fría que nunca aprenderemos a escribir bien y que tiene en su textura cremosa, por el uso de la leche y la nata, uno de sus fuertes. La versión más clásica tiene al puerro como estrella (más cebolla, patata y los ingredientes lácteos). Pero al igual que en el caso anterior, la vichyssoise ha ido declinando su receta con la incorporación de otras verduras o frutas como el calabacín, el melón o incluso la pera (a partir de agosto).
Borsch frío
Un sabroso homenaje gastronómico a Ucrania puede ser la preparación de esta sopa en su versión veraniega y con la remolacha como ingrediente más potente y colorista. Se cocina con nata ácida, pero se puede sustituir por kéfir o yogur, a la que se añade huevo cocido en mitades, perejil y eneldo. Su sabor agrio puede ser demasiado sorprendente para según qué paladares, pero vale la pena aventurarse en ella para variar nuestro menú veraniego.
Sopa de aguacate
Cada vez hay más adictos a este fruto de pulpa verde y cremosa que ya encontramos todo el año en cualquier mercado. Pero pocos lo habrán degustado en forma de sopa fría. Hay que batir la carne de aguacate y luego incorporar un sofrito de cebolla, puerro, cilantro o ajo (va en gustos), y pimiento jalapeño. La densidad de la sopa depende del último ingrediente, el caldo de pollo. Y no olvidar aderezarlo con zumo de limón.
Sopa de yogur
La deliciosa salsa tzatziki, originaria de Grecia y Turquía, se puede convertir en verano en una deliciosa sopa fría con el simple gesto de añadir agua helada. Se elabora con yogur natural, griego o incluso kéfir, al que se suma pepino cortado muy fino, aceite, zumo de limón, menta fresca y sal. En Bulgaria se llama Tarator y completa la receta con nueces y eneldo. Sencillez y encanto mediterráneo para una receta sorprendente, suave y deliciosa.