El hidrógeno renovable que impulsa Repsol para cambiar el mundo

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PlantaLa película ¡Qué verde era mi valle! ganó en 1941 cinco premios Oscar, entre otros a la dirección de John Ford. Era el retrato de una familia minera galesa que vive entre la nostalgia por la tradición y el presente laboral incierto. Hoy, Ford tendría que cambiar el título de su filme por ¡Qué verde ES mi valle! Porque los nuevos proyectos ligados a la producción de hidrógeno renovable están basados en el respeto al medio ambiente, la transición energética justa y la creación de una riqueza que no solo va a beneficiar a España y sus ciudadanos, sino a todos los socios europeos.

En el webinar El papel del hidrógeno en la transición a un modelo energético más sostenible (disponible en Open Room, de Fundación Repsol), María Deryugina, gerente de Comunicación y Regulación en la Dirección de Hidrógeno de Repsol, lo confirma: “Construir un nuevo sistema basado en recursos renovables e hidrógeno como nuevo vector energético es un desafío para el mundo y para la UE”. Y en ese sistema, los valles y corredores juegan un papel fundamental. “El valle del hidrógeno es un concepto que ha desarrollado la UE para explicar cómo se va a desplegar la economía del hidrógeno”, explica Tomás Malango, director de Hidrógeno de Repsol. “En una fase inicial, va a ser local y basada en un entorno en el que hay una gran producción de hidrógeno y varios consumidores”.  

Uno de los primeros proyectos ha sido el Corredor Vasco del Hidrógeno, impulsado por Petronor, del Grupo Repsol, junto a otras 78 organizaciones, y con una inversión prevista de 1.400 millones de euros hasta 2026. El objetivo es producir 20.000 toneladas de hidrógeno renovable al año y evitar la emisión de 1,5 millones de toneladas de CO2. 

Un metro cúbico de hidrógeno puede liberar más energía que cualquier otro combustible, con la ventaja de que su residuo no es dióxido de carbono sino vapor de agua
 

Las cifras varían en los otros valles españoles. El de Cataluña, creado en torno al polo petroquímico de Tarragona, apuesta una inversión de 1.200 millones de euros. De los 44 proyectos, el más maduro, liderado por Repsol, aspira a producir 25.000 toneladas de hidrógeno renovable cada año. En su conjunto, se espera una reducción de emisiones de CO2 de 415.000 toneladas anuales.  

Los otros dos valles que se suman al sueño de convertir a España en la potencia energética del sur de Europa son los de Castilla-La Mancha, en torno al Centro Nacional de Hidrógeno de Puertollano, y el de Murcia, en el complejo industrial de Escombreras. En ambos, Repsol es el catalizador de los principales proyectos: en el primero, en colaboración con Enagás, se planifica construir la primera planta de fotoelectrocatálisis del país. En el segundo, la innovación viene del uso como materia prima de biometano obtenido a partir de residuos sólidos urbanos. 

Pero, ¿por qué es tan importante el hidrógeno para la transición energética? Así como el carbono es la base de la vida, el hidrógeno está en la base del universo, que está compuesto en un 75% por este elemento. Un metro cúbico de hidrógeno puede liberar más energía que cualquier otro combustible (casi el triple que los carburantes tradicionales o el gas natural), con la ventaja de que su residuo no es dióxido de carbono sino vapor de agua. Ese impacto ambiental nulo lo ha convertido en una de las estrellas de la lucha contra el cambio climático.  

Pese a su abundancia en el universo, para cosechar hidrógeno en la Tierra necesitamos en realidad fabricarlo. Se encuentra combinado con otros elementos como el oxígeno, en ese caso formando moléculas de agua (H2O), y para extraerlo hay que aplicar energía. ¿A qué llamamos hoy en día hidrógeno renovable? Al obtenido por distintas técnicas (electrólisis, fotoelectrocatálisis…) que, en todo caso, usan energías renovables para producirlo. En este vídeo se puede encontrar más información:

 

 

Los distintos valles y corredores, como hemos visto, son una buena base para desarrollar economías de escala de hidrógeno renovable y alcanzar costes competitivos. Tomás Gómez Acebo, director de la Cátedra de Transición Energética Fundación Repsol en la Universidad de Navarra, estima en el webinar arriba citado que el hidrógeno “va a ser un nicho, no un actor general, en aplicaciones donde la electricidad no llega. Por ejemplo, en movilidad de vehículos pesados, en la industria e incluso como forma de almacenar excedentes de energía de producción eléctrica”.  

“España es el país de la UE con mayor recurso renovable”, confirma Malango, “tenemos una oportunidad fantástica como país para aprovechar un nuevo vector energético"
 

Para alcanzar esas metas es indispensable aprovechar la infraestructura industrial que hay en España y crear un ecosistema, es decir, “poner estos valles juntos, tener un enfoque integrado”, explica Gómez Acebo. Con ese objetivo nació a principios de año SHYNE (Spanish Hydrogen Network), el mayor consorcio multisectorial de España para impulsar el hidrógeno renovable. El Corredor del Hidrógeno del Ebro ( País Vasco, Cataluña, Aragón y Navarra), presentado el pasado mes de abril, es el primer ejemplo de esa conexión interterritorial necesaria para aprovechar sinergias e impulsar cadenas de valor. Cuenta con Repsol como uno de sus principales impulsores y entre sus rubros destaca la producción de 270.000 toneladas anuales de productos derivados del hidrógeno renovable como el metanol, el amoniaco o los combustibles sintéticos en 2030. 

“España es el país de la UE con mayor recurso renovable”, confirma Malango, “tenemos una oportunidad fantástica como país para aprovechar un nuevo vector energético basado en un recurso disponible. Existen las capacidades industriales y la capacidad para utilizar el hidrógeno como forma de exportar esta energía al resto de Europa”.