Voluntario de Repsol, un camino hacia la transición energética justa e inclusiva
El sociólogo norteamericano Arthur C. Brooks dirige uno de los seminarios de la Universidad de Harvard más solicitados por los futuros altos directivos. Su título es Liderazgo y felicidad y el voluntariado es uno de los temas que trabaja, tanto por sus beneficios económicos y sociales como por su contribución al bienestar y la felicidad individuales. En Repsol, cada vez más personas encuentran ese mismo camino de liderazgo y felicidad en los distintos programas que la compañía desarrolla para dar respuesta a los retos que plantea una transición energética justa e inclusiva.
Mar de Andrés, directora del Área Social y Voluntariado de Fundación Repsol lo define así: “Ser voluntario en la sociedad actual significa ser parte activa en la transformación social. El voluntariado hoy ya no solo aporta su tiempo, quiere ser parte de la respuesta. No solo quiere entender, sino hacer de una manera directa. Aporta su conocimiento, su expertise, sus competencias técnicas y sus habilidades personales para generar impacto en la sociedad”.
"Un voluntario es parte activa en la transformación social"
Es justo lo que están haciendo personas como Raquel Velázquez, ingeniera química con 30 años en Repsol y actualmente jubilada; y Miguel Guerrero, con 20 años en la empresa y ahora en el puesto de gestor en el Área de Ingeniería de Repsol Petróleo en Tarragona. Ambos coinciden en una frase para explicar por qué se comprometen y dedican parte de su tiempo al voluntariado contribuyendo al cambio social participando en los programas lanzados desde la Fundación: “Ya está muy dicho que haciendo voluntariado recibes mucho más de lo que das, pero es la más pura verdad”, subrayan.
El programa de voluntariado nació en el año 2012 y ha evolucionado adaptándose a las estrategia de la compañía: “Los voluntarios son motor del cambio social, dan respuesta a proyectos ligados a la reducción de emisiones, la eficiencia energética, la economía circular y la movilidad sostenible”, apunta De Andrés. Hoy son más de 6.000 personas, con una presencia de empleados del 16 % respecto a la plantilla de la compañía, aunque “nuestro reto es conseguir llegar al 20 %”, avanza. Con esa ambición, en 2023 se va a producir una extensión de las actividades más allá de la Semana Internacional de Voluntariado Repsol, “para que todas las personas que quieran puedan ser voluntarios en esta iniciativa”.
Tanto Raquel como Miguel participan en proyectos de voluntariado en diferentes modalidades y dedicación, que van desde la realización de actividades puntuales de formación para el empleo y sensibilización medioambientales, hasta su participación en equipos de proyectos con otros compañeros de la organización, donde aportan su conocimiento y habilidades para el desarrollo de un proyecto social, del mismo modo que en colaboración con una entidad social ponen en marcha proyectos que dan soluciones a necesidades del entorno vinculadas con la transición energética.
Así es, por ejemplo, el proyecto de voluntariado de Miguel Guerrero. Su vocación solidaria empezó ya en el instituto, “y desde entonces siempre que he podido lo he hecho”. En este caso, ha sido el lanzamiento de una plataforma digital, Escoge tu Energía, para luchar contra la pobreza energética y el cambio climático, mediante la divulgación de buenas prácticas, así como el uso de inteligencia artificial: “Hemos tenido más de 1 millón de impactos en internet, y más de mil personas se han beneficiado directamente”, cuenta con orgullo. Miguel le dedica de media unas 4 horas semanales, aunque “durante el lanzamiento del reto de inteligencia artificial generativa contra el cambio climático tuvimos semanas muy intensas”, reconoce.
En el caso de Raquel, su voluntariado tiene que ver con impartir talleres de formación para la búsqueda de empleo y el desarrollo personal: “Son personas con experiencias duras que precisan de una mirada distinta para que recuperen la esperanza”, explica. Ella trabaja en la Escuela de fortalecimiento (en colaboración con Fundación Integra) y en el programa Implicados (en colaboración con Fundación Iter). Le dedica dos o tres días a la semana y lo recomienda con fervor, no sin un punto de empática advertencia: “Una vez que lo pruebas, ¡te enganchas! Pero es una adicción de las buenas, te regala vida”.
Y es que el impulso de la transición energética tiene que ir de la mano de la inclusión y la justicia social. Ambos planos son inseparables, comenta De Andrés, “en la medida en que tienen que ver con la generación de oportunidades en aquellos colectivos que son más vulnerables y a los que queremos hacer parte de la solución de la transición energética a través de proyectos que generen empleo, formación para la empleabilidad, sensibilización medioambiental… Haciendo que estos proyectos generen una mejora en su calidad de vida”. ¿Quieres formar parte de este sueño? Regístrate como voluntario.