
El mercado del petróleo: tendencias entre la volatilidad y la incertidumbre

Si hace solo cinco años alguien nos hubiera preguntado: ¿Cuál cree usted que sería el precio del crudo ante una eventual invasión de Ucrania por Rusia, seguido de ataques directos entre Israel e Irán? Basándose en las exportaciones de los países implicados se podría asumir que el riesgo geopolítico y la reducción potencial de oferta podría llevar los precios a máximos históricos, pongamos más de 150 dólares barril. Era un escenario que nadie contemplaba (otro cisne negro más), pero que cuando ha ocurrido no ha supuesto un aumento tan fuerte como el que se podía descontar. Claro que esta situación se puede considerar un cisne negro pero joven, que casi no sabe volar comparado con lo ocurrido en 2020.
Hace ahora cinco años ocurrió el mayor shock de demanda de petróleo de la historia: más de la mitad de la demanda mundial desapareció del mercado. En plena pandemia de COVID-19, los confinamientos y la drástica reducción de la actividad económica hicieron colapsar la demanda global, y el efecto en el precio del crudo no había tenido precedentes. El precio del crudo West Texas Intermediate (WTI) de Estados Unidos cayó a valores negativos, alcanzando los -37,63 dólares por barril el 20 de abril de 2020. Eso sí, solo por unas horas.
Por lo tanto, antes de seguir hablando de previsiones, es importante destacar que aún pueden surgir nuevos eventos imprevistos, ya sean cisnes negros o marrones, como sanciones adicionales de Trump a China o ataques directos de Estados Unidos a Irán. Dicho esto, dejando de lado los shocks más extremos e inesperados, analicemos la evolución reciente del precio del crudo y su posible trayectoria futura, siempre bajo la premisa de que no surjan cisnes negros en el horizonte.
Aunque la geopolítica desempeña un papel crucial en la volatilidad del mercado del petróleo, el precio del crudo sigue reflejando los fundamentos
En este sentido, en medio de toda la agitación geopolítica experimentada en 2024, el precio medio del crudo se situó en los 80,8 dólares por barril, fluctuando en un rango de 20 dólares. El máximo anual, de 91,2 dólares por barril, se registró a principios de abril tras el enfrentamiento militar entre Israel e Irán. En contraste, el mínimo anual, de 69 dólares por barril, se alcanzó a principios de septiembre, cuando la OPEP+ anunció la reintroducción progresiva a partir de octubre de 2024 de los barriles que habían sido recortados voluntariamente en 2023, en un mercado que parecía de por sí bien abastecido.
Aunque la geopolítica desempeña un papel crucial en la volatilidad del mercado del petróleo, el precio del crudo -al menos en media- sigue reflejando en última instancia los fundamentos del mercado. Por ello, si hoy alguien nos preguntara: ¿A cuánto cree usted que llegará el precio del crudo en 2025 tras el regreso de Trump al escenario geopolítico? La respuesta más sensata sería: analicemos los fundamentos y los posibles efectos de las políticas anunciadas.
Los fundamentos del mercado del petróleo en 2024
Con toda la volatilidad de precios del año 2024, el hecho más relevante es que se dio un equilibrio entre la oferta y la demanda. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), ambas se situaron en 103 millones de barriles diarios. Este equilibrio se alcanzó tras incrementos de 640 y 870 mil barriles diarios, de oferta y de demanda respectivamente, respecto a la media de 2023. Es importante destacar que la demanda de petróleo creció a un ritmo superior al de la oferta durante el año, y que este ritmo se acercó al millón de barriles diarios, algo impensable hace tan solo unos años.

Esta igualdad entre oferta y demanda se logró a pesar de las incertidumbres que surgieron en ambos lados de la ecuación. Por el lado de la demanda, el consumo en China mostró signos persistentes de debilidad a lo largo del año, y ni siquiera el anuncio de un nuevo paquete de estímulos económicos en el último trimestre logró revertir la tendencia. Como resultado, China quedó relegada al segundo lugar en crecimiento de la demanda de petróleo en 2024, por detrás de India. Sin embargo, el dinamismo de otros mercados compensó este enfriamiento. El aumento de la demanda en India, Brasil, Corea del Sur, Singapur, e incluso en España y Estados Unidos, permitió contrarrestar la desaceleración china, manteniendo el equilibrio oferta-demanda global.
Por el lado de la oferta, las fuerzas se movieron entre una OPEP+ que buscó ajustar el balance manteniendo los recortes acordados en 2022 y los voluntarios de 2023, y el aumento de producción en países como Estados Unidos, Canadá y Guyana. Pero también se registraron incrementos importantes en algunos países pertenecientes a la OPEP+ exentos de los compromisos de recorte, como Irán y Venezuela. Los aumentos de estos dos últimos fueron posibles porque bajo la administración del presidente Joe Biden se relajó la implementación de las sanciones impuestas en el primer mandato de Donald Trump.
¿Qué se espera para 2025?
La Agencia Internacional de la Energía prevé que el crecimiento de la demanda de petróleo se acelere en 2025, alcanzando un millón de barriles diarios. Sin embargo, también anticipa un incremento aún mayor en la oferta global, que aumentaría algo más de 1,5 millones de barriles diarios, lo que generaría un desequilibrio en el mercado. Como resultado, la oferta superaría a la demanda en aproximadamente medio millón de barriles diarios, con una producción estimada de 104,5 millones de barriles diarios, frente a una demanda apenas por debajo de 104 millones. En cuanto a los actores, volverían a destacar India y China en demanda, y Estados Unidos, Canadá y Guayana, en oferta.
Sin embargo, al analizar detenidamente las previsiones de la AIE, es posible concluir que puede que este escenario no sea el más probable. En primer lugar, en su informe de perspectivas del mercado del petróleo de marzo, la agencia ya realizó una revisión a la baja de la demanda en Estados Unidos, Europa, China e India, entre otros, con una reducción agregada de casi 100 mil barriles diarios. Es decir, en su primer análisis tras los anuncios arancelarios -y de otra índole- de Trump en febrero, la AIE anticipa un impacto negativo en la demanda global de aproximadamente 100 mil barriles diarios en media anual, lo que está por verse.
En su primer análisis tras los anuncios arancelarios -y de otra índole- de Trump en febrero, la AIE anticipa un impacto negativo en la demanda global de aproximadamente 100 mil barriles diarios en media anual
En segundo lugar, al analizar las proyecciones de la AIE sobre la oferta, observamos que no se revisan a la baja las previsiones de producción de Irán, a pesar del aviso del presidente Trump de máxima presión a aquel país y una implementación estricta de las sanciones impuestas por el mismo hace ahora 6 años. Este no es el caso de Venezuela, ya que la Agencia ha revisado a la baja la producción tras la revocación de la licencia de Chevron para operar allí.
Finalmente, queda la incertidumbre de qué pasará con las sanciones a Rusia en 2025 y como responderá la OPEP si esta sobreoferta llegase a materializarse. Por lo tanto, todavía estamos manejándonos con altos grados de incertidumbre en las previsiones.
Introduciendo el efecto Trump en nuestro análisis
En el breve tiempo transcurrido desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha tomado decisiones que han sacudido el mercado energético con intensidad. A nivel doméstico, ha impulsado una política de "dominancia energética", buscando consolidar a Estados Unidos como el principal productor de petróleo y gas. Para ello, ha promovido el fracking, ampliando licencias para perforación en terrenos federales y flexibilizado regulaciones ambientales para facilitar la exploración y producción de crudo.

Sin embargo, la geología impone sus propios límites, y Trump no puede alterarlos. Por ello, la visión predominante en el sector es que la producción de Estados Unidos alcanzará una meseta en los próximos años, con un techo estimado de 23-24 millones de barriles diarios, frente a su nivel actual de 20-21 millones.
A nivel internacional, Trump está plenamente enfocado en lograr una resolución rápida de los dos principales conflictos armados en curso: la guerra entre Rusia y Ucrania y el enfrentamiento entre Israel y Hamás; este último pasa por una mayor presión a Irán.
El problema es que, ante la respuesta de Putin al alto el fuego, no está claro que se reduzca la presión de las sanciones ni que los ucranianos consigan dañar más las refinerías rusas.
En lo que se refiere a la demanda, pareciera que el efecto Trump es negativo para la misma. La administración de Trump ha impuesto aranceles del 10% a las importaciones de energía desde Canadá y del 25% a las de México lo que podría elevar el precio de la gasolina en Estados Unidos. A esto se suman la guerra comercial con China y Europa, así como una creciente escalada de aranceles recíprocos con el resto del mundo. El impacto neto es claro: un freno para la demanda de petróleo y un riesgo potencialmente severo para la oferta. El problema es que nunca se sabe cuál será el próximo anuncio del presidente Trump.
Pero recordemos, durante el primer mandato de Trump, su política de "máxima presión" sobre Irán redujo drásticamente las exportaciones de crudo del país persa, que pasaron de casi 3 millones de barriles diarios en octubre de 2016 a un promedio de 300 mil barriles diarios en el cuarto trimestre de 2019.
Conclusiones
Por lo tanto, si bien las políticas de Trump pueden afectar a la demanda de petróleo, el mayor riesgo para el mercado proviene del lado de la oferta, con casi 2 millones de barriles diarios que podrían desaparecer del mercado. Es cierto que la OPEP+ dispone de capacidad ociosa suficiente para compensar esta caída, pero surge una pregunta clave: ¿Es la influencia de Trump sobre la OPEP+ lo suficientemente fuerte como para hacer que abandone su objetivo de precios en torno a los 75 dólares por barril? Esta es la pregunta que deberíamos hacernos.
¿Es la influencia de Trump sobre la OPEP+ lo suficientemente fuerte como para hacer que abandone su objetivo de precios en torno a los 75 dólares por barril?
La OPEP, y Arabia Saudí en particular, no ha olvidado lo ocurrido en 2018, cuando, tras la salida de Estados Unidos del pacto nuclear con Irán, Trump pidió al grupo aumentar su producción para suplir los barriles que quedarían fuera del mercado debido a las sanciones. Sin embargo, en el último momento, fue el propio Trump quien otorgó exenciones a las exportaciones iraníes, lo que provocó un desplome del precio del crudo de 30 dólares por barril en el último trimestre de 2018, hasta los 50 dólares por barril.
No hay que perder de vista que, desde su creación en 1960, la OPEP ha sido el actor clave en la determinación del precio del petróleo. Actualmente, la estabilidad fiscal de sus miembros, y en particular de Arabia Saudí, depende de un precio del petróleo en torno a los 75 dólares por barril. Pero tampoco pasemos por alto que el secretario de Estado de Energía norteamericano ha anunciado que comprará crudo para la reserva estratégica americana si el precio cae por debajo de los 70 dólares el barril. Así que, más que mirar la oferta y la demanda, tendríamos que mirar las orientaciones de precios que nos transmiten los dos mayores productores de petróleo: Estados Unidos y Arabia Saudí.
