¿Qué etiquetas nos ayudan a ser más sostenibles?

Etiquetar productos y servicios no solo es aconsejable, sino que se ha convertido en un paso imprescindible para su producción, distribución y consumo en el mundo actual. Las etiquetas informativas tienen la misión esencial de ayudar a los consumidores a seleccionar adecuadamente todo tipo de bienes a partir de especificar los datos relativos a origen, composición, trazabilidad, sostenibilidad… Asimismo, en el mundo empresarial las etiquetas pueden certificar y reconocer la excelencia de determinados procesos desempeñados por una compañía.

Su uso viene de lejos: se cree que los primeros en utilizar etiquetas físicas –aunque muy rudimentarias– fueron los fenicios en la Edad Antigua: al dedicarse al comercio, pintaban unas marcas en los envases indicando datos básicos: de qué producto se trataba, su peso, etc. Pero habría que esperar al siglo XVI para que surgieran las primeras etiquetas impresas. Con el invento de la impresión a color en 1840, empezaron a producirse etiquetas más llamativas para los consumidores.

Y si hablamos de etiquetas relativas a la sostenibilidad, la primera surgió en Alemania en 1978 y se denominó Der Blaue Engel (El Ángel Azul). Su propósito: identificar productos seguros y más ecológicos que otros artículos comparables y que hoy garantiza la baja incidencia ambiental en el ciclo de la vida de hasta 12.000 productos. En 1992 se creó la Etiqueta Ecológica Europea (EEE).

 

El verde, un distintivo imprescindible en cualquier ámbito

En los últimos años, la mayor conciencia medioambiental entre los ciudadanos ha provocado que el mercado evolucione multiplicando -y sofisticando- las propuestas de etiquetas que destacan el carácter sostenible o ecológico de un producto o servicio. Los sectores para los que resultan una herramienta fundamental no son solo el alimentario y de otros bienes de consumo, sino también suministros, transporte y movilidad, logística…

Las etiquetas de grado, que habitualmente indican la calidad del producto mediante un color, una letra, un número o una palabra, resultan muy útiles para hacernos entender de una forma visual y rápida qué productos o servicios son más o menos convenientes. Puesto que el color verde es el que tradicionalmente se asocia con naturaleza, bienestar y también con aquellas acciones y situaciones que están permitidas (denota condición segura, como por ejemplo indica la luz verde de un semáforo), suele representar el máximo nivel de sostenibilidad.

Entre las etiquetas más conocidas y útiles de nuestro día a día en este ámbito, destacan las energéticas, establecidas por la Unión Europea para calificar el grado de eficiencia de los electrodomésticos, y también de las viviendas y edificios. Ambas muestran una gradación de los colores del semáforo y las letras de la A (más eficiente) a la G (menos eficiente). En el caso de las etiquetas de construcciones, además, consta de información relacionada con el consumo anual de energía y de emisiones de CO2. En cuanto al nuevo etiquetado de electrodomésticos -que entró en vigor el pasado marzo- también aporta datos sobre la capacidad de almacenamiento o el ruido que generan, entre otros. Además, incluyen un código QR que los usuarios pueden escanear para obtener información adicional sobre el producto. 

En España, otro distintivo de referencia en materia de sostenibilidad es la de la Dirección General de Tráfico (DGT) que clasifica los coches en función su eficiencia energética y el impacto medioambiental que generan. Distingue cuatro categorías: Cero emisiones (de color azul, para los vehículos más eficientes), Eco (con distintivo mitad verde, mitad azul, indica la segunda tipología menos contaminante), C (de color verde, para vehículos de gasolina y diésel matriculados a partir de 2014) y B (de color amarillo, corresponde a los coches que más emisiones generan).

Energía con etiqueta ‘A’

En el caso del sector energético, desde 2008 las comercializadoras de electricidad tienen la obligación de informar a los consumidores, tanto en las facturas como en las comunicaciones comerciales, sobre el origen de la energía que comercializan y su impacto ambiental asociado.

Así, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) establece unas etiquetas idénticas para todos los suministradores. En ellas, se distingue desde la ‘A’ a la ‘G’ según la procedencia de la energía suministrada y la cantidad de electricidad que ha sido generada por fuentes renovables (energía eólica, solar, hidroeléctrica y biogás, entre otras) o por cogeneración de alta eficiencia (producción conjunta de calor y electricidad a través de un proceso combinado –y más eficiente– con determinadas fuentes de energía).

En este contexto, Repsol es la única gran comercializadora en España, en términos de clientes suministrados, que garantiza electricidad 100% renovable en hogares y pequeñas empresas. De hecho, la compañía obtuvo en 2020 –por segundo año consecutivo– la máxima certificación de la CNMC, que valida el origen respetuoso con el medio ambiente de la electricidad que suministra. En concreto, Repsol logró la calificación ‘A’ en las dos categorías que se evalúan: emisiones de CO2 y residuos radiactivos.

Las etiquetas, pues, se han convertido en unas herramientas muy útiles en todos los ámbitos de nuestra vida para facilitarnos la participación en el cambio hacia una sociedad más sostenible.

‘Cocina Eficiente y Sostenible’, un certificado pionero para los restaurantes españoles

Guía Repsol ha creado esta etiqueta única en España –que ha sido verificada por AENOR– para poner en valor proyectos sostenibles del sector de la gastronomía en España que apuesten por el respeto medioambiental y la eficiencia energética.

Con el nuevo certificado, Repsol pone al servicio de los restaurantes su conocimiento como líder en la propuesta de soluciones multienergía y en la transición energética para valorar, asesorar y certificar la eficiencia energética y el grado de sostenibilidad medioambiental. Presentación en Madrid Fusión

 

Existen tres categorías de ‘Cocina Eficiente y Sostenible’:

- Espelta: reconoce un nivel de prácticas eficientes y sostenibles, realista y adaptado a las circunstancias actuales del sector de la restauración.

- Miel: señala los restaurantes que están incorporando en sus negocios, a través de un compromiso claro con la sostenibilidad, actuaciones sostenibles a sus procesos y equipos.

- Azafrán: representa la excelencia e identifica modelos de negocio planteados de una manera global como eficientes y sostenibles en todos sus procesos.

 

Catorce reconocidos restaurantes españoles han participado en el proyecto piloto y serán los primeros en recibir esta etiqueta: Aponiente, Arzak, Azurmendi, Casa Solla, Cenador de Amós, Coque, Disfrutar, Ramón Freixa, El Invernadero, Lúa, Bagá, La Berenjena, Monastrell y Mo de Movimiento.